LA PERSUASIÓN Y LA DISUASIÓN

Sentirnos capaces de cambiar actitudes y conductas en la persona a la que cuidamos nos proporciona una gran seguridad que mejora notablemente nuestra autoestima. Saber que podemos conseguir que el abuelo se asee con regularidad y sin dar la lata o que no se queje continuamente de las comidas nos hará sentirnos felices y seguros de nosotros mismos y tener la percepción de que controlamos la situación, y no al contrario.

OLYMPUS DIGITAL CAMERAHay gente que ha nacido con la capacidad de persuadir y disuadir y otros que parece que nacieron para ser persuadidos y disuadidos. Pero no te inquietes si eres de estos últimos: se puede aprender a defenderse y hasta convertirse en un experto persuasivo.
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ADAPTAR LA CASA AL NUEVO HUESPED

En mi humilde opinión, llevarse al abuelo a casa debería ser el último recurso ante la imposibilidad de que viva independientemente. Asumo que una parte de los lectores del blog habrán decidido no volver a leerlo nunca más y se marcharán con la firme idea de que soy el típico tío egoísta al que no le gustan los follones; esta gente suele pensar que nuestra sociedad ha perdido mucho dejando que los mayores no vivan con su familia como se hacia antiguamente, donde la vida era todo respeto y amor.

DSCN0250Pues no te engañes. En ese Parnaso imaginario de la senectud, todo el mundo vivía bajo el mismo techo porque no había recursos suficientes para otras soluciones. De hecho, vivía no solo el abuelo, sino la nuera, la tía, la prima de la tía… y cualquiera que haya vivido en un entorno así, siendo mayor y responsable de cuidar de la manada, no tendrá una imagen tan bucólica del mismo. No hay bien más preciado que la intimidad. No conozco a nadie que no la necesite y, si no la tiene, que no la eche de menos.
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ALIADOS U OTRA FORMA DE COMPARTIR LA CARGA

En ocasiones nos encontramos solos ante la tarea de cuidar a los abuelos. Por una razón u otra, soportamos toda la carga emocional y física, lo que conlleva una agotamiento personal muy grande.

También es cierto que somos muy reacios a pedir ayuda.OLYMPUS DIGITAL CAMERA

Pero, si no queremos morir en el intento, debemos ser capaces de encontra aliados para compartir la carga, aunque sea en pequeños momentos.

Entendemos por ALIADOS a todas aquellas personas que son capaces de proporcionar a la persona mayor a nuestro cargo momentos de bienestar, que, por lo tanto, no debemos cubrir nosotros y que, en consecuencia, nos proporcionan o bien un descanso o bien una disminución de la proporción de los problemas que sufrimos.

Ejemplos de ALIADOS:
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PENSAMIENTOS IRRACIONALES: «KIRA Y LAS PALABRAS PROHIBIDAS»

A lo mejor os resulta un poco chocante que recurra a un cuento para hablaros de las «palabras prohibidas», aquellas que tienen que ver con la expresión de pensamientos irracionales, tan propios de los momentos de estrés y autoestima por los suelos. Mi tono acostumbra a ser más frío y duro y puede que no os encaje el cuento, pero es el texto en el que he visto expresado de manera más sencilla, clara y concisa la idea de los pensamientos irracionales y la forma de expresarlos. Además, todo el mundo tiene su día moñas y, no temáis, no tengo el síndrome Bucay.

Son pensamientos irracionales aquellos pensamientos erróneos fruto de las conclusiones que sacamos de unos hechos determinados y que hacen que nos sintamos mal.

Ejemplos:

pensamiento dicotómico: TODO es blanco o negro.

sobregeneralización: me pasa una vez, me pasa SIEMPRE.

etiquetación: Soy un estúpido; soy un fracasado; no hago nada bien.

abstracción selectiva: me concentro sólo en lo negativo y no es lo positivo (recuerdas a Van Gaal: «Siempre negativo, nunca positivo»)

rechazo de lo positivo: lo bueno no tiene importancia.

inferencia arbitraria: ver SIEMPRE las experiencias como negativas.

magnificación y/o minimización: exagerar lo negativo, empequeñecer lo positivo.

razonamiento emocional: mis sentimientos negativos son fruto de cosas negativas.

«debería», «tendría que»: la consecuencia emocional es culpa, ira o resentimiento.

personalización: me siento culpable de los errores y desgracias de los demás.

Estos pensamientos provocan y acentúan una baja autoestima.

Para que lo veamos mejor paso al cuento de «Kira y las palabras prohibidas». El cuento está sacado de un libro para niños (aunque deberíamos regalárselo a muchos adultos) que se titula Cuentos para educar a niños felices, su autora es Begoña Ibarrola y está publicado por la editorial SM.

«Casi todas las hormigas del hormiguero se asustaban cuando se acercaba una tormenta, pero a Kira le aterrorizaba. En cuanto caían las primeras gotas, se metía debajo de la cama y se tapaba las orejas para no oír los truenos ni el sonido de la lluvia. Sus compañeras se reían de ella y decían:

-¡Kira es una cobarde! ¡Kira es una cobarde!

Cuando dejaba de llover. Kira salía del hormiguero para seguir con su trabajo de recolectar semillas y llevarlas al almacén, pero no se atrevía a mirar a sus compañeras porque imaginaba sus caras de burla. Si alguna semilla se le caía o se tropezaba con las raíces de un árbol, sus compañeras le decían:

-¡Kira es un torpe! ¡Kira es una torpe!

Si en la clase le preguntaban y no sabía la respuesta o se equivocaba al hacer cualquier tarea, sus compañeros le decían:

-¡Kira es una tonta! ¡Kira es una tonta!

Hasta que un día, cansada de tantas burlas, decidió abandonar el hormiguero y se puso a caminar y a caminar por el bosque sin darse cuenta de que el tiempo se pasaba.

De pronto se hizo de noche. Kira sintió miedo y se puso a temblar mientras pensaba que sus compañeras tenían razón: ERA UNA COBARDE.[etiquetación][sobregeneralización]

Y justo en ese mismo momento oyó una vocecita que decía:

-A VECES somos cobardes y A VECES somos valientes.

Kira miró a su alrededor y vió una pequeña luz que volaba sobre su cabeza.

-¿Quién eres? -le preguntó.

-Soy la luciérnaga Lucy, ¿y tú?

– Soy la hormiga Kira.

-¿Y qué haces tú a estas horas fuera del hormiguero?

Entonces Kira le contó lo mal que lo pasaba allí por las burlas de sus compañeras, y añadió:

– NADIE me quiere, TODO lo hago mal, no puedo aprender NADA…[sobregeneralización][abstracción selectiva][magnificación]

-¡Eh! ¡Eh! ¡Alto ahí, Kira! ¡Estás usando las palabras prohibidas en este bosque! Menos mal que no te ha oído mi maestra.

-¿Es que haya escuela en este bosque?

– Pues sí, y nuestra maestra es la lechuza Sofía.

– Oye Lucy, ¿y por qué están prohibidas esas palabras?

– Porque no dicen la verdad. ¿Tú crees que NADIE te quiere? ¿Es cierto que TODO lo haces mal? ¿Estás segura de que no has aprendido NADA desde el día que naciste? Piénsalo bien.

Kira agachó la cabeza y contestó:

-Bueno…Puede que tengas razón.

-¿Por qué no vienes mañana a mi clase, Kira? Creo que te vendría muy bien conocer a Sofía.

– Soy un poco tonta y no creo que me sirva de nada ir a clase.[etiquetación][rechazo de lo positivo]

-¡Pero bueno, Kira! ¡Otra palabra prohibida! ¿Es que no sabes que todos somos listos para algunas cosas y menos listos para otras? Aquí ningún animal es tonto, recuérdalo.

Kira estaba sorprendida. Las palabras de Lucy le hacía comprender que aquel bosque era un lugar muy diferente al hormiguero. Quizá no era mala idea acompañarla a clase y conocer a su maestra.

– Si quieres puedo buscar un sitio para que pases la noche y mañana por la tarde vendré a buscarte para ir a la escuela. ¿Qué te parece?

A Kira le pareció una buena idea y siguió la luz de Lucy. Ya no tenía tanto miedo, aunque le preocupaba estar fuera del hormiguero. ¿Había tomado una buena decisión al marcharse? ¡Todo era tan distinto! Allí vivían animales muy grandes y diferentes a ella, una insignificante hormiga.[abstracción selectiva]

-¡Eh, Kira! ¡Otra palabra prohibida! En este bosque nadie es INSIGNIFICANTE, por muy pequeño que sea.

Entonces Kira se dio cuenta de que Lucy podía oír sus pensamientos.

– Es uno de mis poderes. Todos tenemos alguno y los tuyos ¿cuáles son?- le preguntó.

-Pues no lo sé. Creo que solo la reina del hormiguero tiene poderes.[pensamiento dicotómico][etiquetación]

-Definitivamente, debes ir a las clases de Sofía. Allí aprenderás  muchas cosas que luego podrás enseñar a tus compañeras.(¡Podemos aprender a mejorar la gestión de nuestras emociones!)

-¿Mis compañeras? No me las recuerdes; jamás me escucharán.[pensamiento dicotómico][magnificación]

-¡En mi vida había oído tantas palabras prohibidas juntas! ¿Por qué piensas que tus compañeras JAMÁS te van a escuchar? Ya verás cómo puedes cambiar las cosas.

Kira no podía pensar tanto: era de noche y estaba cansada. Menos mal que al cabo de uno minutos Lucy le dijo:

– Ya hemos llegado: es aquí- y llamó a la puerta de una inmensa cueva.

-¿Quién llama?- dijo una voz ronca y fuerte.

-Soy Lucy y quiero pedirte un favor, Óscar. ¿Puede quedarse en tu casa esta noche una amiga mía?

La puerta se abrió y Kira lanzó un grito cuando apareció un enorme oso, pero Lucy le dijo:

-Acércate, Kira, no tengas miedo. Óscar es un buen amigo.

A Kira le habían contado que los osos eran peligrosos, pero se tranquilizó cuando Óscar le dijo:[etiquetación]

-No soy un oso hormiguero, no te preocupes. Puedes quedarte esta noche y las que necesites, aunque mi hijo Bubi es un poco revoltoso y quizá estés más segura en otro lugar.

Óscar preparó a Kira una cama digna de una reina. Lucy se despidió de los dos y se fue volando mientras la oscuridad de la noche cubría el bosque, donde ya todos dormían.

¿Todos? No. Sofía, la maestra lechuza, había seguido de cerca a Lucy y a Kira sin que la vieran y había escuchado su conversación. ¡Ya tenía una nueva alumna!

Al día siguiente iba a conocerla mejor, y seguro que aprendería cosas muy importantes que podría compartir con sus compañeras si regresaba al hormiguero.

¡Ah! Y debía felicitar a Lucy por las lecciones que había dado aquella noche a Kira. ¡Qué orgullosa se sentía de su alumna! ¡Y pensar que Lucy antes de ir a la escuela, también se creía insignificante por ser pequeña y dar tan poca luz!»

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EL FINAL DE UNA VIDA

En la vejez se vislumbra claramente el final de vida y, por lo tanto, se manifiestan sentimientos que van unidos a la necesidad de perdón, reconciliación, culpa, afirmación de valores y preguntas existenciales.
Esta «obsesión» por la muerte nos agota y exaspera, pero debemos entender que es coherente con el final de una vida, en el que las dudas asaltan.
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Podemos positivar esta obsesión procurando reconfortar, dar esperanza y sentido a la vida «vivida». Debemos facilitar su expresión, valorar la relevancia que tiene.
Para ello tenemos una aliada excepcional que en ocasiones rechazamos. Muchos abuelos son católicos practicantes y la Iglesia les proporciona una respuesta muy elaborada y efectiva. Lo mismo lo podemos aplicar a otras confesiones. Pero el  rechazo a lo religioso  nos hace torpes, y no pensamos que las respuestas no son para nosotros sino para el abuelo: si a él le reconforta, a nosotros qué más nos da.
Invitarle a hablar con el cura o acompañarle a una misa no nos cuesta nada, y a cambio podemos ganar tranquilidad en casa.
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VACIAR LA MENTE

Una de las sensaciones más desagradables del estrés es no poder hacer que la cabeza deje de darle vueltas a las tareas que nos preocupan o tenemos que realizar. Incluso hacemos un gran esfuerzo por llenar la mente con otros temas o aficiones que nos entretengan,  pero nos damos cuenta que es imposible detenerla.

Esta situación nos ocurre cuando cuidamos al abuelo porque tenemos que estar pendientes de todas las cosas que necesita y de su agenda (médicos, día de visita, cumpleaños,…),  lo cual supone una acumulación de trabajo que se une a nuestros propios problemas y tareas domésticas.

Nuestro cerebro se siente inseguro y necesita mantenerse en constante funcionamiento para no olvidar ninguna de las tareas que tiene por hacer.

La solución pasa por VACIAR LA MENTE, es decir, trasladar ordenada y sistemáticamente a otra parte la información que gestiona nuestro cerebro.

Algunos ya habréis pensado que me refiero a tener una buena agenda.

El planteamiento va más allá. Si conseguís una herramienta informática (por ejemplo: una tablet y un outlook), ideal; si no, acudiremos a la agenda de toda la vida y a la libreta.

Debemos dedicar un par de días a realizar las tareas que os plantearé ahora. Pensad que es una gran inversión con efectos inmediatos sobre vuestra salud mental.

En una libreta vamos a escribir una lista con todas las tareas que hagáis en el hogar con el abuelo.

Por ejemplo: Imaginad qué tareas debéis hacer en casa del abuelo: levantarlo, asearlo, vestirlo, ducharlo, darle el desayuno, llevarle al médico, hacerle la comida y darle de comer, pasearlo, lavarle la ropa,…

Vamos a intentar SISTEMATIZAR TODAS LAS TAREAS. ¿En qué consiste «sistematizar»?

Pensamos en una tarea en concreto y cómo podemos convertirla en rutinaria y ordenada; hay que encontrar un documento o papel o nota que nos permita controlarla sin necesidad de acudir a la memoria.

Tomemos de nuevo un ejemplo: las comidas. Igual que en los comedores escolares, podemos planificar todas las comidas del mes. De esta forma evitamos la famosa reflexión:»Estoy aburrida y no se qué hacer de comer». En consecuencia, también tenemos más claro qué debemos comprar en el supermercado y la lista de la compra se acaba convirtiendo en un estándar rutinario, con lo cual también se compra más rápido y a uno le sobra tiempo para otras historias.

Así con todas las demás tareas, de forma que, cuando las tengamos todas perfectamente sistematizadas, nos generarán unas fechas rutinarias (por ejemplo: hacer la compra importante de la semana el miércoles)  que VOLCAREMOS EN LA AGENDA junto con las otras fechas (cumpleaños, visitas al médico, visitas a familiares, …)

De este modo iremos liberando a la mente. En tanto en cuanto todo está escrito y ubicado en diferentes lugares (AGENDA, CALENDARIO DE COMIDAS, LISTA DE LA COMPRA ESTÁNDAR, HOJA DE PREVISIÓN DE GASTOS E INGRESOS,…), el cerebro se relajará, perderá ansiedad o, si no la pierde, estará más justificada que por no recordar el día que tenía que ir al médico o qué comprar en el supermercado.

 

 

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CUIDAR AL ABUELO: UN TEMA DE ORGANIZACIÓN Y RECURSOS

Si entendemos que el objetivo fundamental, para que nuestra vida sea más tranquila, es que el abuelo esté bien atendido, siendo ricos no deberíamos tener ningún problema: unos cuidadores profesionales estarían pendientes de él las 24 horas del día y, por ejemplo, le cambiarían cuando se meara en la cama; una cocinera prepararía la comida; un fisioterapeuta realizaría los ejercicios físicos adecuados para que sus músculos estuvieran tonificados; etc…  En su lugar, nosotros podríamos dedicarnos a escuchar con tranquilidad y paciencia mil batallitas que tienen que contar.

Conclusión: nuestros problemas vienen por no ser millonarios y tener que dedicar el tiempo y el esfuerzo a unas tareas que, en su mayor parte, son desagradables y que otros podrían hacer en nuestro lugar.

Supongo que ahora estarás pensando que para llegar a esta conclusión no habría por qué perder el tiempo leyendo este blog.

Pero confía en mí. La razón de exponer de forma tan extrema una situación es hacerte comprender que, si bien no somos ricos, tampoco somos pobres (por lo menos tienes un ordenador y conexión a internet) y que, en tanto en cuanto resolvamos el tema de las tareas y de los tiempos, tú vida va a mejorar exponencialmente.

Con una organización del tiempo adecuada y echando mano de recursos sencillos que están a tu alcance, tu vida mejorará y hasta podrás encontrar ese momento de paz que llevas anhelando desde hace tiempo, con una mente vacía y centrada en disfrutar de ese rato.

Llegaremos a la conclusión de que el problema no es tanto lo mejor o peor persona que es quien cuidamos, sino la sensación de sentirnos esclavos de la misma y no disponder de tiempo para nosostros mismos; un tiempo «sano» , liberado por unos instantes de preocupaciones.

Ejemplo práctico: Mi padre es viudo y vive solo. No le gusta, pero lo prefiere a aguantar una casa llena de adolescentes. Él nunca se había hecho la comida, se la preparaba mi madre. De acuerdo, tendremos que preocuparnos por lo que coma: a nadie le interesa que se ponga malo. Todos los hermanos vivimos  lejos y o bien trabajamos o bien también tenemos hijos de quien ocuparnos.

Solución típica: como no quiere vivir con nosotros porque mis hijos son un poco problemáticos, le llevo la comida todos los días, se la preparo y me vuelvo a casa para darle de comer a mis hijos. Para eso tengo que madrugar, dejarme la comida hecha de los niños, llegar corriendo a casa del abuelo, ponerle la mesa y calentarle la comida. El hace el «esfuerzo» de quitar la mesa y dejar los platos en el fregadero para que yo los friegue al día siguiente. Me siento fatal porque mi padre vive solo por culpa de mis hijos, además de estar agobiado por subir de aquí para allá y pensar que mi padre come fatal.

ERROR!!!!!!

Solución alternativa (se admiten mejoras): En primer lugar, si prefiere vivir solo, de acuerdo. Yo le he ofrecido mi casa, lo que tengo. No tengo por qué sentirme culpable. Podría hacer un esfuerzo por adaptarse. Pero no pasa nada. Es mayor y puede adoptar sus propias decisiones. Suponemos que como es así puede, dentro de lo que cabe, valerse por sí mismo, lo que indica que puede: aprender a calentarse la comida en una olla o un microondas; a poner y quitar la mesa; a fregar los platos o utilizar un friegaplatos, a descolgar el teléfono y llamar cuando le apetezca hablar. Además, esta actividad le viene bien para no estar dándole vueltas a la cabeza todo el día pensando lo injusta que es la vida por llevársela a ella antes que a él. Cuando vamos a llevarle la comida, es importante mantener rutinas con la gente mayor. Reviso mi agenda. Veo a qué hora y con qué frecuencia puedo subir. Si discutimos mucho o me cuesta aguantarle el rollo, me marco cada x días, de forma que pueda subirle la comida de varios días y él se la caliente. El tiempo de fregar y cocinar se lo dedicamos a que nos cuente lo que quiera. Si somos capaces de sacar un par de hora para nosostros, premio por ser tan buenos hijos.

Tecnología al alcance del bolsillo y que nos ayuda: microondas (55 euros), lavavajillas compacto (199 euros Carrefour) y juego de platos nuevos y cubiertos (20 euros).

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LOS ABUELOS NO SON LOS «POBRES ABUELOS»

LOS ABUELOS NO SON LOS «POBRES ABUELOS»

La vejez no es un concepto moral ni ético. Resumiéndolo de una manera muy burda, el anciano no es «bueno» o «malo» por el mero hecho de ser viejo. En todo caso, podemos considerar a la vejez como un «atenuante» o un «agravante» de una determinada forma de ser y de actuar. Existen viejecitos encantadores y existen viejecitos terribles. Sigue leyendo

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