HABLAR SIEMPRE DEL PASADO

Normalmente nos revienta que los abuelos anden contando batallitas continuamente.

A esta manía  se la llama «reminiscencia».

IMAG0208Independientemente de que las personas mayores se acuerdan mejor de algo que ocurrió hace veinte años que de lo que han comido hoy, la razón para hablar siempre del pasado es reafirmar una vida que hacia atrás tiene mucha historia pero que hacia adelante va camino del final.

Hablar del pasado mejora el humor de los abuelos, y si les preguntamos por él, muchísimo más.

Así que tenemos que ver el tema de las batallitas como algo positivo.

Así que nos vamos a imponer como deberes preguntar un par de veces a la semana sobre aspectos del pasado que entendamos que sean agradables. Como seguro que ya nos lo han contado cien veces, podemos escoger aquellos pasajes de la biografía más agradables o que les haga sentirse importantes: la mili; el embarazo; su primer empleo… lo que se nos ocurra.

Recordad: siempre hay que establecer un tiempo de conversación: diez, quince, veinte minutos. Y si uno se siente a gusto con la conversación, que no dude en cortarla para tener fuerzas en otra ocasión que no se encuentre de ánimo para escucharla.

Para escuchar podemos utilizar la técnica de la «aquiescencia metodológica» ya que, en el fondo, nos importa un pimiento lo que nos cuente: el objetivo es que el abuelo esté contento.

Hay que enfatizar la importancia de las rutinas. Lo ordenado y rutinario nos ayuda enormemente.

Con el tiempo observaréis que dejarán de fastidiaros con otras historias porque ,al sentirse escuchados, su comportamiento tenderá a ser más colaborador y conciliador.

 

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EL ARTE DE LA «AQUIESCENCIA METODOLÓGICA»

Esta técnica es infalible para las conversaciones que giran entorno a ideas delirantes y «el rollo de siempre».
Cuando hablo de «ideas delirantes» me refiero a aquellas ocasiones en las que nos salen con una historia inventada; normalmente les ocurre a las personas que tienen pérdida de memoria.
Sobre el «rollo de siempre» creo que no hay mucho que explicar: esos viejos problemas de familia que tanto les encantan a nuestros viejecitos y que a nosotros nos la traen al pairo.
La técnica es sencilla. Sigue leyendo
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LA IMPORTANCIA DE SENTIRSE ESCUCHADO

Todos necesitamos sentirnos escuchados. Y claro, estos pequeños monstruos que cuidamos también necesitan ser escuchados. De hecho, el cambio de actitud es tan grande en cuanto perciben que se les «hace caso» que nos obliga a convertir esta cuestión en un objetivo fundamental a cumplir. Recordad que, en tanto en cuanto ellos se sientan mejor, vosotros os sentiréis mejor porque os dejarán de hacer la vida imposible.
La cuestión es que a estas alturas del viaje estamos hartos de escucharlos, o lo que nos tienen que contar no tiene ni pies ni cabeza, o es la misma historia de siempre, o a ver si ahora se van a sentir tan escuchados que no nos van a dejar tranquilos.
Reconoced que, normalmente, al entablar una conversación, acabamos perdiendo el control y el resultado final es sentirnos airados y frustrados.

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LOS VIEJOS NO SON NIÑOS

Por regla general estamos acostumbrados a tratar a los ancianos como niños y es una gran error.

La mayor parte de los viejos son perfectamente responsables de los actos y decisiones de su vida cotidiana. Por ejemplo: un niño no es responsable al 100% de la falta de un hábito higiénico, porque lo está adquiriendo. Salvo en casos de seria dependencia, un anciano que se niega a ducharse o nunca llegó a adquirir el hábito (siempre fue un marrano) o bien ha decidido «deshabituarse» (ha decidido ser un marrano).

Podríamos destacar otros ejemplos: vivir solos; no relacionarse más que con sus hijos o familiares directos; no querer salir de casa para nada; no tener hobbies; no ayudar en las tareas domésticas; estar todo el día de mal humor; etc,…

¿Por qué es importante asumir que los ancianos no son niños y que son responsables de sus propios actos y decisiones, con sus respectivas consecuencias?  Sigue leyendo

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¿QUÉ SIGNIFICA HACERSE VIEJO?

En este blog está declarado «non grato» el eufemismo, la lacra del siglo XXI. Así que hablaré de qué significa hacerse viejo o vieja, aunque a alguno le resulte ofensivo el término.

Es importante conocer las  características que conforman el envejecimiento (desde un punto de vista psicológico, fundamentalmente) para entender mejor al sujeto que parece hacernos la vida imposible.Imagen0246

Envejecer supone:
  • una crisis de identidad, en la que hay un empeoramiento de la imagen y conciencia que uno tiene de sí mismo y además de la autoestima;
  • una crisis de autonomía, puesto que, con el deterioro progresivo físico, se entra en conflicto con una sociedad que valora la independencia, la utilidad y la productividad;
  • una crisis de pertenencia, puesto que la finalización de la vida profesional u ocupacional (por ejemplo, las mujeres que cuidaban sus hijos) conduce a una «muerte social».
Ante este panorama, ¿cómo reacciona la persona que envejece? En función de la profundidad de cada una de las crisis, la reacción es más adversa.

Ejemplos de amarguras:

  • el abuelo que dedicó exclusivamente toda su vida a trabajar en determinado campo, en el que incluso llegó a adquirir una gran prestigio, pero que finalizó con la jubilación;
  • la madre que se dejó la piel en criar a sus hijos, que nunca tuvo tiempo para ella y que se siente dejada de lado, ya que éstos toman sus propias decisiones sin contar con ella;
  • el que nunca pidió ayuda a nadie para nada, se levantaba a las seis de la mañana para ir a trabajar a la fábrica y ahora se lo hace encima por la incontinencia urinaria.
                                                                                                                                                                                                                                                          • Q

                                                                                                                                                                                                                                                            ¿Quiénes son los abuelos que todos admiramos?

                                                                                                                                                                                                                                                            • los que tienen sus propias aficiones, aunque no las compartamos;
                                                                                                                                                                                                                                                            • los que colaboran sin quejarse en las tareas domésticas;
                                                                                                                                                                                                                                                            • los sanos.

                                                                                                                                                                                                                                                             

                                                                                                                                                                                                                                                            En la próxima entrada empezaremos a tratar temas concretos que nos exasperan y cómo salvarlos de la mejor manera posible.

                                                                                                                                                                                                                                                             

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