EL DESGASTE PSICOLÓGICO Y CÓMO EVITARLO (I)

DSCN0206«Hay ocasiones en las que siento que en mi cabeza existe una oscura nebulosa que me impide pensar. Mis hijos me irritan y estoy harta/o de mi marido/mujer. Vivo con una insoportable carga de responsabilidad que no me deja disfrutar del momento, que me asfixia. ¿Tengo que lastrar mi existencia de un padre/madre/abuelo que va a mal vivir muchos años, que no encuentra más sentido a la vida que esperar la muerte? Y mientras, ¿debo cuidarle y aguantarle?».

Este es el relato de muchas personas que tienen que cuidar de un ser querido que no solo es dependiente sino que además no encuentra sentido a su vida y mal vive en una desidia que solo finalizará con la muerte.

Es el relato de una persona con un profundo desgaste psicológico. En ocasiones, en puertas o inmerso en una profunda depresión. Es una persona que sufre. Que lleva tiempo cuidando de alguien que ha terminado por influenciar todos los aspectos de su vida: trabajo, pareja, hijos,…

Las respuesta estándar a la que nos han acostumbrado es recurrir a los antidepresivos o las respuestas consuelo: minimizar la importancia de la situación invitando a desdramatizar, con una actitud maternal o paternalista.

Pero existe otro camino.

Cuando alguien se encuentra en una situación de este tipo fabrica una especie de ovillo de lana en el que se entremezclan todos los colores. Ese ovillo es su percepción de la realidad en la que se desenvuelve y los  hilos de colores los diferentes problemas que sufre. Al aparecer revueltos, sin ningún orden, aparecen confusos, imposibles de afrontar/desenmarañar: generan una sensación de imposibilidad de actuar. Unido al agotamiento físico de padecer esta situación, se convierte en el principal handicap a la hora de buscar vías de resolver la situación.

Debemos ser capaces de desenredar el ovillo. ¿Cómo? Focalizando cada problema y analizándolo por separado: la relación con mis hijos; la relación con mi marido; mi trabajo; la relación con la persona a la que cuido;…

A veces hay que recurrir a alguien que nos ayude a hacer este ejercicio de aclaración. Alguien que sepa hacer las preguntas concretas que nos ayude a separar los hilos.

Aunque los problemas estén relacionados entre sí, o puedan tener una causa común, debemos ser capaces de verlos por separado y actuar sobre ellos por separado.

Una vez hecho este ejercicio, debemos asumir que en ocasiones no toca más que sufrir. Pero no significa que el sufrimiento sea amplio y gratuito. Debemos ser capaces de minimizarlo. Sufrir lo justo, no más. Y el sufrimiento me da derecho a llorar, a estar triste,… Debo ser capaz de hacer ver a los que me rodean que tengo motivos para estar mal y esperar que, a través del amor, sean capaces de proporcionarme consuelo.

Por último, hay que abordar el tema más delicado: la culpa. Muchos especialistas de la salud olvidan que somos seres trascendentes y con un sentido de la vida que a veces se puede convertir en nuestro peor enemigo. Debemos reflexionar sobre ello. Sincerarnos con nosotros mismos. ¿Creemos en algo que nos proporciona soporte y esperanza, pero que nos obliga a padecer sin límites? ¿Tiene sentido entregarse sin más, hasta la extenuación? ¿Cuál es el sentido de prelación de nuestros seres queridos? ¿Son primero nuestros hijos a nuestros padres? ¿Nosotros mismos a los demás? ¿Se puede cuidar de alguien sin cuidarse uno mismo?

 

 

Acerca de Paco Vicente Toral

Postgrado en metodología de las técnicas de Counselling.
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