CUIDAR A UNA PERSONA MAYOR Y CRISIS DE PAREJA: LA FALTA DE INTIMIDAD

Cuando nos vemos obligados a traer a casa a un familiar mayor para vivir con nosotros, con el objetivo de cuidarlo mejor, sabemos que una de las primeras consecuencias es la pérdida de la intimidad familiar.espacio

Sea porque vivimos solos, en pareja, con hijos, existe un espacio de intimidad que se rompe y, en consecuencia, un nuevo espacio de intimidad a crear en el que incluir al nuevo miembro de la casa. Pero la ruptura del espacio anterior conlleva en muchas ocasiones tensiones de pareja.

Por ejemplo: si nuestra casa no es grande y el abuelo debe dormir en una habitación cercana a la de matrimonio, la vida sexual puede verse interrumpida ante el temor de ser objeto de seguimiento por parte del anciano. En otras ocasiones, si nuestro hijo tenía una habitación para el solo, puede encontrarse con el abuelo compartiendo su vida.

En primer lugar, y como objetivo más importante a marcarnos por toda la unidad familiar, debemos hacernos a la idea de que las cosas son así y no toca otra. Por tanto, hay que ser comprensivos con el entorno, porque hacerse a la idea del cambio no es nada fácil. El segundo objetivo es intentar minimizar el impacto y reorganizar el espacio de la mejor forma posible, buscando que cada uno tenga un espacio de intimidad propio.

En un blog de arquitectura pude leer esta reflexión sobre el espacio: «los seres vivos estamos constantemente enmarcados en un espacio; nos movemos a través de su volumen, vemos los objetos y las formas, sentimos la brisa, oímos diversos sonidos, olemos fragancias… El espacio arquitectónico es todo aquello de lo que participamos en nuestra diaria vivencia sea trabajando, descansando o divirtiéndonos, estamos dentro de él por lo tanto somos partícipes de él. Siempre veía el techo de mi cuarto y me preguntaba para que lo hacía, era una manera inconsciente de estar contenido dentro del espacio y cómo me atraía su sensación que en mí poseía. Es una forma de analizar el espacio y ver sus convergencias y divergencias. El espacio por lo tanto, nos conduce a ese estado de «vientre materno» en donde nos sentimos plácidamente cómodos y protegidos, si cabe el termino, no sólo por las inclemencias del tiempo sino también en el sentido psicológico del termino.»

Debemos crear un espacio propio para la persona mayor en función de nuestras posibilidades. Cuanto más cómodo e independiente se sienta dentro de la casa, mejor. Tenemos que pensar que él ha sido el jefe/a de la casa durante años y ahora vuelve a la «disciplina» de un hogar que no es el suyo. Aunque forme parte de una habitación compartida existen mil maneras de compartimentar los espacios: biombos, macetas, colocando su sillón de espaldas a la zona común de la habitación, cerca de una ventana, para que la sensación de amplitud sea mayor.

Pero no sólo se nos plantea un déficit de intimidad espacial, también de momentos. Tenemos que ser capaces de crear un lista de alternativas para seguir teniendo ese tiempo de intimidad perdida: volver a pasear junto a la pareja para hablar con tranquilidad de los problemas más íntimos; volver a utilizar el coche o un hotelito para situaciones de alto contenido sexual («dos rombos»)… Lo que sea, con tal de no entrar en una dinámica de distanciamiento personal.

El hecho de esforzarse en buscar y recuperar esta intimidad ya es un paso adelante. Y hasta puede ser muy divertido.

 

 

Acerca de Paco Vicente Toral

Postgrado en metodología de las técnicas de Counselling.
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