- Tienen una cualidad extraordinaria para buscar los aspectos más negativos de los problemas y la existencia.
- Utilizan un lenguaje extremadamente negativo (Esto sólo me ocurre a mí; me siento horrible; siempre esto, nunca aquello;…)
- Repiten lo mismo una y otra vez.
- Cuentan historias que no tienen lógica.
- Dicen que han comprendido lo que se les dice o se les pide pero no lo hacen.
- Tienen dificultad para expresarse y comprender.
- Hay una perdida del control motor que afecta al habla (no paran) y a la voz (o chillan o no se les oye)
- Hay un déficit de atención y concentración.
- Tienen dificultad para procesar la información.
- Tienen pérdida de memoria.
Como es muy difícil cambiar este estilo comunicativo, en el que se unen aspectos de carácter con otros de trastornos psico-físicos, tenemos que hacernos a la idea de que, cuando nos dispongamos a comunicarnos, nos vamos a encontrar con este panorama. Sabiéndolo, nos armaremos de paciencia y nos será más fácil establecer un mínimo de comunicación para que se sientan escuchados. Es más difícil reaccionar cuando uno no espera que le den un golpe que cuando ya sabe que le están esperando con un palo. A mí me gusta llamar a esta forma de actuar la «filosofía del antidisturbios»: como no espero que me reciban en la manifestación con los brazos abiertos, llego con mis cinco sentidos en guardia para no perder el control.