Está claro que este no es un blog de cine, pero en ocasiones tanto la pantalla grande como la literatura de ficción nos acercan al mundo de los sentimientos mejor que cualquier manual de psicología o, en este caso, de geriatría.
Es el caso de la película «Un amigo para Frank», que nos cuenta las aventuras y desventuras de un anciano solitario que está perdiendo la memoria y cuyo hijo encuentra en un robot la solución a los cuidados que necesita.
Además de la hilaridad de la trama, la película nos presenta dos temas muy interesantes:
En primer lugar: ¿es posible vivir la vejez sin un sentido, sin una motivación, más que existir? ¿Y dónde reside esta motivación, cómo encontrarla?
En segundo lugar: hasta que punto la tecnología es útil en el cuidado de los abuelos y qué peligros entraña.
Os invito a ver la película y a analizar las respuestas del robot a las necesidades de Frank; y sobre todo a pasar un buen rato, que falta nos hace.
